Volver andando a casa.

Nunca me han gustado los Rolling Stones, pero menos me gustaban los exámenes, así que una vez, con tal de no hacer ni se que examen en el instituto, no recuerdo la asignatura, nada más empezar a estudiar decidí largarme a ver a los Rolling Stones que tocaban esa noche en el Palau Sant Jordi. 

Ni corto ni perezoso cerré la carpeta con mis apuntes que no entendía ni yo y me fui. No tenía suficiente dinero para comprar la entrada pero pensé que por el camino algo haría, no fue así, claro, el dinero no cayó del cielo, ni robé a nadie, pero como el disco que presentaban era bazofia pura, era el Steel Wheels  y el estadio era enorme, pues tuve la churra de que en la reventa se vendían entradas a la mitad de precio, así que se la compré a un señor muy sospechoso y entré yo solito, dispuesto a ver el espectáculo más grande que podía dar el rock 'n' roll por aquellos tiempos, creo que era el 89 o 90. 

El concierto fue una basura inconmensurable, pero estudiar era mucho peor. Mick Jagger me pareció un señor mal vestido pero elegante que no paraba de correr y no entendía porque. Keith Richards que siempre me ha molado más por lo de gamberro inmortal, pero que odio por el ejemplo que ha dado a todos los que ahora hacen esa mierda del Rock Canallita y a Johny Deep, acabó el concierto sentado en el suelo pasando de todo, todo lo contrario de Jagger, supongo que para joderle de algún modo, seguro que se odian profundamente. Y los otros tres señores del grupo, pues sin comentarios, Ron Wood hacia de Keith Richards de goma y los otros dos, pues haciendo su función con cara de asco, viendo a los otros  monos, cada uno en su papel lamentable. Ahora que el batería ha muerto y todo el mundo lo lamenta mucho, pienso que ha vivido bastante bien a pesar de que una vez leí que detestaba las canciones de su grupo, en eso coincidimos, y supongo que en cada gira sufría bastante y por eso lucia esa cara tocando, después, al llegar a casa y ver donde vivía, se le debían pasar todos los males.   

Lo mejor del concierto fue el regreso a casa,  no tenía dinero ni para coger un bus nocturno y mucho menos un taxi, para mi entonces, era como ir en limusina, así que volví andando por el camino más largo que supe (no tengo orientación). Tardé horas desde lo alto de Montjuic hasta la Sagrera, pero descubrí lo bonita que es Barcelona de noche y lo mucho que me gusta estar solo, pasear viendo las luces de la ciudad, el silencio que hay inesperadamente y la poca gente que hay a esas horas, así como te vas acercando a los barrios donde la gente va a trabajar pronto por la mañana.

Gracias a los Rolling Stones y a odiar a que me pongan a prueba con exámenes, descubrí lo mucho que me gusta pasear de noche en mi ciudad. No hay mejor concierto que unos auriculares y volver andando a casa.