Siempre vuelvo a los Pixies.

Estoy en Taradell, soy un chaval, supongo que con 16 o 17 años, no me gusta contar el tiempo ni guardar las fechas, prefiero no recordarlas, el tiempo me pesa y prefiero intentar ir ligero, soy tan nostálgico que si tuviera que guardar todo eso no podría ni dar un paso. 

En la doble platina suena el Bossanova de los Pixies y en el patio refresca la sombra, en medio del agosto con mi abuela. Todo el mundo sabe que la música que escuchas a esa edad te acompaña toda la vida y es verdad. Supongo que se está formando tu personalidad y esas canciones se pegan a ella como un moco, un chicle que con el tiempo y el calor del verano en el pueblo, se va volviendo más pegajoso, está tan adherido que ya no distingues si es algo externo o si pertenece a tu propia sustancia. Leia Dune y escuchaba a los Pixies en Taradell.

Siempre vuelvo a los Pixies, no fue el primer grupo del que fui fan ni mucho menos, antes me gustaron grupos heavies, casi todos malos, grupos que el tiempo los ha arrojado de la historia. Los Pixies fueron el primer grupo con sentido por el que tuve obsesión y que paso a formar símbolos en mi cabeza, el grupo que relacionó mis dos grandes pasiones el rock y el arte, el grupo que representaba el mundo al que yo pertenecía, un grupo mixto con Kim Deal,  un grupo con un líder gordo, un latino experimental, y un señor que tocaba la batería que podía ser mi padre, nada especial, gente corriente que no lo eran, Peters Parkers que suenan a Spiderman. 

Esta es la tercera vez que empiezo algo llamado Hit Emocional, la primera fue en Rock de Lux, la segunda fue un libro, luego intenté recuperar la idea en Facebook y ahora hago este blog, cada vez me alejo más de la orilla con esta idea, será que necesito ser leído pero necesito mucho más pensar en todo esto. Espero que alguien se acerque por aquí a escucharme pensar, no se si sucederá, de cualquier modo seguiré, es algo que persiste en mi tiempo, no lo abandono, los Pixies tampoco lo hacen, son una brújula que siempre señala al imán, la luz, algo que recubre mi personalidad de forma pegajosa.