Santi

Recuerdo encontrarme a Santi Carrillo por la calle, miento, estaba sentado en una terraza en una comida de trabajo, él como siempre, disparó primero. Lo había visto pasar antes yendo en la otra dirección, supongo que nos vio y prefirió saludar a la vuelta y ya preparado. No iba solo, no se sentía cómodo me imagino. Efectivamente a la vuelta se acercó a saludar, con una bolsa de naranjas y un pack de cervezas, cada uno colgado de una mano. Previamente le dijo a su acompañante que tirara para adelante, para evitar la presentación, supongo, un detalle sin importancia. El encuentro fue intenso como es él, se cachondeo de mi sin remilgos, tanto es así que mis compañeros de comida luego me lo comentaron y admitieron la cintura que había tenido. Aparte de múltiples vilipendios que nunca le tuve en cuenta, le pregunté sobre que le parecían los post sobre música que hacía por aquel entonces en Facebook, me dijo algo así como que se basaban demasiado en la nostalgia y en la necesidad que tenía por destacar y que no comprendía porque tenía que opinar sobre todo sin tener ni idea. Obviamente no tuve respuesta que darle, tiene razón. 

Me pregunto de que le sirve ser así de punzante con alguien que siempre te ha tratado bien y te ha ayudado en todo y ha trabajado para ti tantos años y años por puro cariño y respeto a tu medio. Nadie es perfecto, somos débiles, tenemos carencias, necesitamos llamar la atención, sobre todo para que nos quieran, y cuando obtienes lo contrario de alguien, para colmo admirado, es raro de cojones. 


Mientras escribo esto, de repente en mi Spotify ha sonado esta canción, sin duda una sincronía de Jung. No iba a publicar este post, pero después de esto he decidido hacerlo. Además de gustarme llamar la atención, creo en estas cosas. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares