The Cure. Yo elegí a la música.

The Cure tienen tantos discos maravillosos, pero el Pornography me roba el corazón cada vez que lo escucho, tan oscuro, tan melancólico, tan lento, monótono y bello.

Pocos discos han retratado tan bien el hastío adolescente y esa emoción tan inédita en su momento y tan poco comprendida por nuestros padres cuando éramos chavales, los hijos de la posguerra nunca pudieron entender esa tristeza que nos embargaba de jóvenes, esa sensación de morirte de asco, de odiarlo todo desde la tristeza y la melancolía, esa depresión sin motivo aparente. Ellos fueron rebeldes sin causa aunque la tenían y nosotros tristes sin causa aunque también la teníamos.

Chavales urbanos, rodeados de cemento en pisos y habitaciones diminutas, solo teníamos cintas de cassette,  algún disco, imaginación y mucha soledad. Horas y horas tumbados en la cama porque en la calle todo era heroína, bancos y frio. No exagero, ya no nos acordamos, entre mis colegas hubieron hermanos mayores muertos, padres que pegaban palizas y profesores con aliento a coñac. ETA y la bomba de Hipercor.

Claro que estábamos tristes, todos lo estábamos, unos sacábamos rabia con el heavy y el punk y otros eran siniestros, yo le daba a todos los palos, además ahora todos sabemos que la tristeza y la rabia es lo mismo.

Pornography, el consuelo de la soledad, el abandono a esa emoción y revolcarte en ella, es lo que haces cuando ya no puedes escapar. Eso o drogarte. Yo elegí a la música.