Ayer casi muero.

Ayer casi muero, hubiera sido un fin de año sonado.

Llevaba días sin salir por una nueva cuarentena que resultó más imaginaria que otra cosa y de camino por el Eixample Barcelonés, impactó contra mi cabeza un cristal que cayó de una ventana desde un cuarto piso. Otro viandante vino a socorrerme e incluso un taxista paró por el susto.

Yo iba escuchando música para variar y solo noté una pequeña caricia en mi cabeza y un crepitar a mi alrededor, en ese momento me di cuenta de la movida.

Me toqué todo el cuerpo y parecía estar entero, pedí al espontaneo y al taxista que me revisaran para ver si sangraba por algún lado y nada todo perfecto y seguí mi camino.

Por la noche, en casa mientras leía un libro sobre David Hockney titulado No Se Puede Detener a La Primavera, me empezó a picar la cabeza y al rascarme todo entusiasmado leyendo ese maravilloso libro,  note una piedrecita incrustada en mi cuero cabelludo que resultó ser un cristal, sin más seguí leyendo, pero al irme a la cama me dio un mareo y empecé a encontrarme fatal, yo creo que de pura aprensión y eso que tenía planeado ver una película porno. 

Con la tontería he pasado una noche horrible que nada tenía que ver con el cristal y si con los miedos de siempre. He estado a punto de morir ni se las veces, he tenido un accidente de coche, dos de moto, he pasado la tuberculosis, me caí desde dos metros de altura y me di con el bordillo en la nuca y perdí el conocimiento y el habla, de niño estaba todo el santo día enfermo, cada 15 días ingresaba en el hospital por crisis asmáticas desde los 3 años, yo creo que era más de la puta ansiedad de estar vivo de milagro que de asma verdadera.

Desde niño ha sido todo tan extremo que ahora creo que hasta me lo invento o lo he soñado, y todo esto por no hablar de los sufrimientos familiares, con enfermedades terminales, mentales, accidentes de todo tipo y males extraños e inexplicables.

Y no me olvido del maldito Covid que parece que no me afecte, estamos en la sexta ola y soy él único que queda, junto a otro amigo que no se ha puesto enfermo ni una vez, ni un síntoma, parece que ya sea cachondeo.

A veces me siento como el Protegido de aquella película.

Esa ha sido mi realidad, pero siempre intacto, con algún rasguño, siempre sobreviviendo, siempre de paseo, esquivando las bombas.

Está claro que no nací para morir joven, ya lo habría hecho. 



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