La teta de Rigoberta.

El fenómeno de la semana "musical" ha sido Rigoberta Bandini, ese grupo, chica, fenómeno, que está francamente bien, pero que tampoco es que me entusiasme, muy buenos temas y letras, sin duda, pero que no deja de ser, una evolución de ese pop rítmico, tecnológico y experimental y algo tribal que se sacaron de la manga Animal Collective, aquí el Guincho y que han acabado haciendo hasta Manel, como siempre aquí llegamos décadas tarde.

Rigoberta, además tiene la coartada del feminismo, algo muy loable, en este tiempo de confusión y de reivindicaciones refritas ya conseguidas en el pasado, pero que la globalización nos hizo retroceder. Para las generaciones nuevas todo aquello conseguido, está claro que jamás existió y su realidad es esta.

Pues la cuestión es que Rigoberta es la candidata mas plausible para representar a España en Eurovision, ese festival de la no-música, que siempre es una mierda a no ser que tengamos opciones a ganarlo y con Rigo el sueño se puede alcanzar y además reivindicando.

Y ahora viene el meollo del tema, el concepto de lucha, la teta, la famosa teta, la rupturista teta, el fenómeno que abrazó hasta Almodóvar  con el cartel de Javier Jaén, y todo por, seamos sinceros, la puta Instagram, todo por la maldita Instagram, que ha impuesto una moral estrambótica norteamericana, es decir de los Estados Unidos de América del Norte, una moral de mierda que a los cincuentones de ahora ya nos parecía super rara cuando nos decían que en Miami no se podía hacer top less. 

Aquí las tetas ya hace mucho que no eran un tabú, ya hace mil, las veíamos con total naturalidad,  pantalla superada desde las de Maribel Verdú en la Estanquera de Vallecas,  todos hemos visto las tetas de nuestras amigas en la playa, a madres dando de mamar, a desconocidas sin sujetador y cuando fuera natural y necesario, hasta en programas de la tele que acabaron siendo hasta rancios por darle tanta importancia a las tetas como las de Sabrina. Siempre ha existido cierto pudor, como es normal, es nuestra cultura, pero simplemente por el deseo y la sexualidad, sin más.

Rancios hemos tenido, y tenemos, pero la teta enorme de Rigoberta tampoco me parece el colmo de la liberación ni un acto político a no ser que te pases la vida en Instagram y creas que eso es el mundo real, más teniendo en cuenta que es una red social donde la cosificación de la mujer es extrema y en la mayoría de los casos hasta voluntaria, se ven culos como plazas de pueblo con porches y mercado y no pasa absolutamente nada, cosa que no critico. Pero no perdamos la perspectiva y no creamos que vivimos en un mundo de sombras proyectado por las redes sociales, ya estábamos en otra pantalla.

Teta superada.

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