Es el final de los Oscars.

No se puede hablar de nada más de los Oscars que del tortazo. Al margen de que sea verdad o no, para mi es medio mentira o mentira del todo, teniendo en cuenta la propia impostura machista, si es que es cierto. Lo falso de la actuación, aunque sea verdadera, es hacerse el macho. Son todos actores y la naturalidad en un acto así es ciencia ficción, todos representan a su personaje de famoso.

Pero la cuestión verdadera de todo, es la poca relevancia que tienen ya los Oscars, cada vez tiene menos, cada vez nos importa menos que películas ganan y cada vez lo ve menos gente. Sobra decir que ya no es un fenómeno global.

Gracias a las plataformas, el cine a pasado a ser un fenómenos doméstico, algo que ves en casa dependiendo de tu gusto. Vemos más cine que nunca, al menos yo aunque es un medio que no está hecho para mí, puesto que tengo que prestar atención para poderlo seguir y eso no es lo mío. Al tenerlo en casa pues lo veo mucho más y si me distraigo, le puedo preguntar a mi pareja ¿qué ha pasado? sin que me manden callar o puedo hablar en voz alta de otro tema si es que me he olvidado que estoy viendo una película.

Pero esto son cosas mías personales, la realidad es que cada vez vemos más cine pero de forma más superficial y doméstica, algo bueno para mi, pero malo para la industria y el tinglado este de los Oscars que fundamentalmente están montados como gran herramienta de marketing creada para que la gente acuda en masa a las salas a ver las películas premiadas, es un gran anuncio, donde se promocionan desde los actores, a los directores, a los distintos equipos que acaban creando una película que cuesta millones y que hay que recuperar.

En el momento que la gente ya no va al cine y todo funciona a través de plataformas y subscripciones, los premios ya no tienen sentido, ni las galas, ni los tortazos, ni las mujeres como jarrones chinos, ni los discursos totalmente forzados reivindicativos, ni los humoristas haciendo ver que tienen capacidad de reirse de ellos mismos, que no deja de ser la forma más obscena de hacer ver que no son gente "tan importante" cuando realmente creen que si lo son. Las risas falsas parecen hasta enlatadas y las caras de los actores riéndose de ellos mismos son grotescas, casi igual que él tortazo, es todo una gran comedia.

Los Oscars ya no tienen ningún tipo de sentido porque solo sirven para que la gente vaya al cine y ya no se va. Van algunos, pero ya no mueve lo que movía. Por mal que les sepa a algunos ir al cine es de nostálgicos. Toda esa mierda del olor de palomitas y a desodorante de baño y moqueta, pasarte dos horas a oscuras en una sala rodeado de extraños con sus extraños alientos y olores. Es un acto totalmente anacrónico aunque sigue habiendo gente que le gusta esa supuesta "magia" cavernícola. 

El cine a partir de ahora, puede que vuelva y se desenmascare lo que es de verdad, entretenimiento y creatividad y arte para unos pocos. Todo ocupará un espacio más real y más fiel a lo que la gente realmente busca dependiendo de tu carácter y sus gustos personales y menos condicionados, puesto que a las plataformas lo que le interesa son subscriptores y lo que veas tanto les da. Primero van a por un público masivo y gustos más generales y luego van a completar categorías y nichos concretos, para acabar de captar los subscriptores con gustos más específicos.

Por eso se empiezan a producir cosas más raras o de repente triunfan o aparecen fenómenos desde los márgenes de la industria.

Es una buena noticia para la cultura y para la pluralidad, cada vez nos están dejando más en paz con sus mierdas y en una gala como la de los Oscars se ven volcados a generar sucesos y escándalos para que la gente hable de su evento.

La industria cada vez se ve más en la necesidad de forzar la máquina para mantener sus posiciones y eso ya sabemos dónde lleva siempre, al THE END. 




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