Somos lo aprendido.

Te pasas media vida construyendo personajes, muchos para dejar de ser un niño y crecer,  este es el primero, antes te encendías un cigarro a modo de disfraz, luego te apuntabas a una tribu urbana, soy heavy, soy punk, para diferenciarte de los tuyos, de tus padres, de tu familia, adoptabas pintas raras pero sobre todo para no gustar a tus padres, luego pelea tras pelea por hacer lo que a ellos no les gustaba, luego estudios, carrera, profesión y así te haces tu identidad. Cada uno se lo monta como puede. Cada uno elige que disfraces le sientan mejor y a los que puede acceder.

Y un día te miras en el espejo y de repente en lugar de tu cara maquillada y cubierta de máscaras ves a tu padre y te das cuenta de que todo era una mentira.

La mutación nunca fue completada, nunca pudiste ser ese personaje que te empeñaste en ser y eres de tu padre y de tu madre. Crees haber perdido el tiempo haciendo el gilipollas.

Empiezas creando un personaje para sobrevivir en este mundo, para sobrevivir a la sociedad y a la familia y luego intentas volver a ser quien realmente eras de niño, pero está tan lejos que no recuerdas ni como era. Es un camino de ida y vuelta, construir para luego destruir, hacer un jersey para luego tirar de la lana hasta tener un ovillo y chutarlo hasta el infinito.

En todo ese camino aprendes, y al final eso eres, lo aprendido. 




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