Pavement, los maestros ciegos.

Estos días repasando a Pavement he descubierto que editaron un par de directos que me han recordado de los fundamentales que fueron y de las canciones maravillosas que hicieron en toda su trayectoria.

Me han hecho recordar una vez que los vi en Barcelona con Mercury Rev y lo mucho que me gustaron, por tocar fatal, por pasar de todo, por desafinar a drede, por la desgana, y aun así arrasar, aun así desgranar una canción maravillosa tras otra y con eso demostrar que lo importante son las canciones. Lo bueno, lo sigue siendo en la forma que sea, una buena idea es buena en cualquier formato, una buena canción es buena tocada hasta con una zambomba.

Si algo emociona y toca el alma humana lo hace sea como sea, los maestros son los únicos que no lo hacen ni bien ni mal, simplemente lo hacen y todo sucede de la manera que ha de suceder dentro de la lógica natural de las cosas.

Picasso y Miró no daban una pincelada mal, milagrosamente todo está donde debe estar, todo aparece donde debe aparecer.

Pavement eran de esa estirpe, compositores excelentes, genios, maestros ciegos. 

Pocos grupos son capaces de intentar destruir su propio repertorio en directo de forma tan acusada y ser tan jodidamente buenos y ponerte la piel de gallina.

Por siempre Pavement, he aprendido tanto de ellos, de su manera de hacer y poner por delante lo verdaderamente importante, porque lo bueno se sostiene solo, huir de la virtud por la virtud, poner delante de todo la emoción, no fijarme en el resultado y si en el camino, no querer ganar, no querer ser el mejor, hacer y hacer sin parar, jugar siempre, dejar que las cosas que haces hables por si mismas, no apuntalar nada con teorías, dejar que el error aparezca y verlo como un regalo y un tesoro, un mensaje del inconsciente.

A veces pierdo el norte, me siento un fracasado, creo vivir en una competición, escuchar Pavement sirve para recuperar el camino del artista donde no existe el error. 







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