La memoria de los elefantes.

La memoria, necesaria y selectiva.

Miras atrás y todo adquiere textura de sueño.

Imposible en muchos casos distinguir recuerdo y sueño si no fuera por el contraste con otros que lo vivieron.

Aunque los que lo vivieron contigo lo suelen recordar distinto.

Es extraño.

¿Sufrir para que?

Todo lo recordarás de forma vaga, a través de las aguas turbias.

Intuyes caras de las personas que no ves, las desaparecidas, y a veces resulta muy difícil.

Se evaporan como cuando hierves agua y se te olvida en el fuego.

Había agua, hervía como si estuviera viva, luego no hay nada.

Un cristal empañado por el vaho. 

Una toalla que por mucho que la laves sigue oliendo a humedad.

La memoria no funciona así.

Todo se va, todo se olvida.

El dolor se va con ella.

Miras con apatía.

Acumular la experiencia a veces no sirve de nada, se evapora.

Lees un libro que jamás recordarás haber leído.

Al final somos los recortes de un diario, a veces se van los fragmentos que a todo dan sentido.

He comprobado haber tenido experiencias habiendo estado enfermo y recordarlas sin enfermedad.

He comprobado haber sido muy infeliz y recordar la felicidad de esos días.

Los elefantes dicen que tienen mucha memoria, nosotros también.

Es inútil y salvadora.

El gato escaldado del agua huye.

¿Es verdad?

He vivido muchas vidas siendo otro.

Ahora estreno una nueva, cada día voy de estreno.

Todo lo que he hecho hoy en un tiempo no importará.

No lo recordaré o será como un sueño.

De esa misma textura, de la piel de otro.




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