haciendo el loco.

Haciendo el loco no te das cuenta de lo loco que estás.

Cuando miras atrás piensas: Joer, qué loco que estaba, todo aquello no era normal.

Mirar a la noche con miedo, luego escapar y ser Superman.

Con unos meses de diferencia.

Todo aquello no era normal, aquel amor desmedido.

Soportar todas aquellas mentiras.

Llorar en la cama.

Correr por la calle.

De niño siempre enfermo, curaciones milagrosas.

Obsesiones con tonterías, problemas que se desvanecen cuando oyes un petardo,

cuando pasa una mosca.

Haciendo el loco uno no se da cuenta lo loco que está.

Eso es estar loco, eso es vivir a lo loco, eso es estar metido, eso es no tener miedo.

No tener miedo a veces es estar muy loco. Tener mucho miedo también.

Cuando estás más loco es cuando subes y bajas, si llegas al llano tienes muchas cosas que contar.

Sabes más que los demás.

Conoces a los que han estado locos, o ves a lo que lo están haciendo y no lo saben.

A hacer el loco también se aprende, es como una bicicleta.

Uno puede tener mucha nostalgia de hacer el loco, uno puede necesitarlo.

Siempre sabes que hay una puerta que cruzar, si quieres pillas la bicicleta.

Estar loco es un mal estar, pero a veces, cuando lo estás no estás mal.

Estás muy bien. Demasiado bien, destrozar puede estar muy bien.

Estar loco sobre todo es muy cansado, agota el miedo, agotan los extremos, agota subir todas esas cuestas.

Agota y duermes sin parar.

Haciendo el loco no te das cuenta lo loco que estás.

Ozzy, lo más grande.




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