El tiempo persistente.

El tiempo infinito y finito para nosotros. Lo más pesado de todo es saber que un día te has de bajar de él, pero el tiempo va a seguir.

Salirte del rio que sigue fluyendo, ver el barco con el resto de pasajeros y tú tener que bajar, ni siquiera los verás desde la orilla, no les podrás decir adiós con la mano mientras se alejan, ya no verás nada, las despedidas solo pasan en el cine como suceden en el cine, en la vida real no hay despedidas, hay apagones. Es extraño.

El tiempo sabes que seguirá ahí, infinito, para siempre, habitado por rocas y fenómenos físicos de todo tipo, pero tú no lo verás aunque siga sucediendo todo.Aunque la gente siga haciendo las cosas que hace, los sucesos de la historia, las traiciones, los amores, las familias con sus hijos, los desconocidos. El bullicio de las ramblas, el nuevo calor del otoño, todo seguirá su curso hasta que el tiempo diga, a pesar de todo, a pesar del público que ya no te quiere ver y del que si, a pesar de los que creen que te conocen.

No es fácil marcharse cuando se está bien, pero supongo que, como cuando no soportas más la gente de una fiesta, luego no es tan difícil marchar, ni siquiera has de hacer nada. No te has de ir, simplemente no estás, puede que no seas tu el que deja el tiempo, sino es él que te abandona a ti.

Un día se aparta, un día deja de fluir para ti, deja el viento soplar para tu hojas, se acaba el ciclo, te cortan el gas aunque todos los demás vecinos puedan seguir cocinando.

Es extraño, aunque si ya no tienes hambre no importa.

La soledad fuera del tiempo no existe. Existimos gracias al tiempo. 




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