Desintegración

 No hay nada que de más miedo que perder la identidad, desintegrarse, desaparecer, comprobar que la casa estaba construida sobre unos cimientos endebles, mal hechos, o simplemente construidos en base a algo que no existe o no es bueno, o es artificial.

Toda construcción es artificial, es muy difícil saber cual es tu naturaleza, ¿Qué tipo de árbol eres, qué paisaje te describe, qué flores das, de donde vienes, cómo vas a madurar?

Lo construyes todo sobre ti sin saber nada, te miras en espejos deformantes, todos lo son, te ves invertido, el reflejo del estanque está borroso, la plata del espejo nunca está suficientemente pulida.

Los espejos que crees que son los demás no lo son, son personas como tu, perdidas, buscando su paisaje, que árbol son, como crecerán, que frutos darán.

Qué difícil es saber quien eres. Cualquier ser vivo lo sabe sin hacerse preguntas, tus padres son gatos, eres un gato, tus padres, son ratones, eres un ratón, tus padres dieron naranjas, tu un día, con sus semillas serás un naranjo. 

Para todos los seres vivos es sencillo, para nosotros no.

Te construyes un paisaje con personas, te vistes con ropajes como si fueran hojas de un árbol, haces estupideces y crees que son tus frutos, tienes hijos y crees que son como tu.

Un día descubres que te estás desintegrando, sin saber nada, crees desaparecer y ese es el remedio.

Crees desintegrarte y lo que sucede en realidad es que empiezas a ver que árbol eres, que frutas das.

Qué miedo da descubrir la realidad, temes no ser nada.

Desintegración. 

No hay otro remedio.



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