Quiero más a la música que a las personas.

Escribo sobre música, me gusta le tengo cariño, me salvó, porque me salvó de este maldito TDA que he descubierto ahora que me convirtió en un obsesivo.

Ha sido la única obsesión sana que he tenido, eso y dibujar y escribir, pero prefiero escuchar música. 

Todas las otras obsesiones que no voy a detallar aquí ahora por ser en su mayoría vergonzosas y reprobables en nuestra sociedad, pero en sí, no son ni buenas ni malas, pero todas me han sentado fatal.

Todas menos la música, por eso le debo tanto, es la única que me ha tratado realmente bien, la que más he querido. Hay personas antisociales que dicen querer más a los animales que a las personas.

Yo quiero más a la música que a las personas, es a la única que le dejo acompañarme en cualquier momento, la única que le dejo ver como dibujo cada día, la que me inspira y por la que escribo mis mejores textos. Me dicta los colores y me da las palabras aunque no las entienda.

Si existieran las musas para mí  sería la música. 

Compañera y amiga que siempre me comprende y se aparece en la dimensión que necesito, nunca me ha fallado.

Muta, es cambiante, tienes todas las emociones, todas las caras que necesito, siempre es otra, se llama de muchas maneras, cada día me gusta de forma diferente, tienen mil caras y mil colores, es infinita, es del pasado y del presente y sabes que vendrá otro día desde el futuro a sorprenderte, con un nuevo sabor, con un perfume distinto, pero siempre infalible.

Le pides que cambie y lo hace, se desplaza por el tiempo y crea un orden en ti, te marca, te equilibra, te dice por donde ir, te acompaña, te hace bailar, pensar, reflexionar, te alegra, te matiza, te aclara, te recuerda. Te recoge cuando estás triste. Te hace olvidar a todo lo demás.

La quiero más que a las personas, así de raro debo de ser.

Sin ella no podría vivir, no sabría qué hacer, estaría tan triste que me moriría.



 

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