Asesinos de los padres.

Recuerdo encontrarme a Jaime en un restaurante chino que se puso de moda en Barcelona. Yo iba con Vanessa y él, como siempre, tan apasionado con la música y monotemático, nos empezó a hablar sobre el Death Metal, con su intensidad habitual. Nos hablaba del "feeling" del Death Metal, cosa que yo más o menos comprendía, pero claro, a Vanessa le tocaba un pie, no le interesaba lo más mínimo, tampoco quería aprender nada sobre ese ruido. A  una persona hedonista como ella, le daba totalmente lo mismo y se aburrió hasta casi enfadarse por tratarla de "tonta".

A todos, en algún momento de la vida nos toca sufrir el desgarro de la naturaleza humana y la perdida. La vida puede ser muy cruel desde nuestro punto de vista consciente. Si fuéramos animales, todo sería de lo más normal, al contrario, sería una fortuna la vida esta que llevamos.

El Death Metal, es una especie de cante jondo infantil, profundo, desgarrador, algunos de los que sufrimos de niños lo comprendemos, de mayores sigues agarrado a ese arrastrar vengativo y doloroso de lo injusta que ha sido la vida según nuestro punto de vista.

Nuestro punto de vista no deja de ser narcisista y creemos que no merecíamos todo eso que nos pasó. La capacidad de sufrimiento de un niño es realmente infinita porque no te apartas ni puedes hacerlo. El sufrir es lo normal, es más, ese dolor que pasaste puede que nunca lo llegues a asimilar ni a darte cuenta realmente. Es la banalización del dolor. No lo sientes pero está, y con los años se transforma en odio y venganza.

El Death Metal canaliza todo eso, es como el Flamenco, como el Blues, la música de los marginados y los esclavos, siempre he visto mucho parecido entre los tres géneros. El Death, por ser el último en llegar tienen menos valor, pero su nivel de intensidad y de concentración es insuperable, es asombrosa la técnica vocal que se desarrolló para representar esa emoción, es el propio Diablo llorando de dolor y rabia, los solos lentos "aflamencados" son llantos. Es un subgénero realmente peculiar, y como decía ese día Jaime tiene un "feeling" muy especial.

Lástima de la estética infantil, barroca y de "tics" chorras que le hacen desmerecer el valor que realmente tiene.

Es un viaje al dolor primigenio de los seres humanos, el primer dolor indescifrable de un niño que no sabe ni lo que le está pasando, son las cuatro paredes de una habitación y dar un puñetazo a un cristal de tu ventana y romperlo.

Es el grito reprimido del rey de la casa que jamás pudo reinar y desea vengarse de sus padres, del gran padre, de Dios. 

Deicide.




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