Me voy con Low.

Después de tanto tiempo, después de que hayan sacado tantos discos, ha llegado mi momento para Low.

Son un grupo que nunca me gustaron, nunca los entendí y con este disco Hey What, al fin, he conectado con ellos, esos sonidos, ruidos que acaban siendo mantras, esos cantos a dúo entre Simon y Garfunkel, la música religiosa, de las tribus que no existen, me han atrapado, me han obligado a escucharlos una y otra vez, sin descanso, con fiebre, ido...

Es un disco apabullante, maravilloso, mágico, raro, tartamudo y arrebatador.

Es entrar en un nuevo mundo, es unas voces que no conozco, es como conocer a alguien nuevo que te fascina por su forma de ser y su historia, es algo mucho más profundo que simplemente te caiga bien, o conectes, hay un universo a su alrededor, es un enamoramiento, es desear formar parte de ese universo, explorarlo y conocerlo. 

Adentrarte en lo desconocido al ritmo repetitivo que va fugando, como al final de la primera canción del disco, White Horses, hacia mucho tiempo que no escuchaba un final de canción tan fascinante, místico, experimental y alegórico. No te das cuenta y de repente viajas.

Hacia mucho tiempo que no tenía la sensación de no comprender lo que estaba escuchando y pensar que se había roto.

Esos siempre son los mejores discos, los que producen un error en tu cabeza y a la vez no te sueltan.

Entro el Low, me voy con ellos. 

Me voy

Me voy 

Me voy

Me voy

Me voy

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