Arcade Fire. La épica de mierda que todo lo convierte en un todo o nada.

 La música es para bailar o para flipar, no hay mucho más.

De ahí el triunfo de la música épica, desde los reyes de la épica infantil Iron Maiden, al triste sofrito de Coldplay, pasando por los enmohecidos U2, a la secta de Arcade Fire, un grupejo que empezaron siendo algo así como una secta Amish con un Soto Ivars gigante de cantante, pero eso es lo de menos, lo de más, es la épica de sus canciones y eso es lo que les ha llevado a ser un grupo casi "mainstream" desde el "postindie".

Lo importante es fliparse, corear, sentir que te da el viento en la cara a la vez que te arrean una buena patada en el culo. La música durante mucho tiempo ha sido eso y creo que lo sigue siendo. Sentirte parte de la borregada, ser un "braveheart" a la par que un don nadie, ser alguien, por un día, después de pagar una entrada, encender el mechero que ahora es un móvil.

Esa necesidad que tenemos todos, en este mundo alienado y "mindundi" de arder con fuerza. Necesitamos ser una luciérnaga en medio de la noche y entre todos iluminar este paréntesis de oscuridad en medio de la nada.

María, enciende el radiocassette que vamos a despegar de esta mierda de vida que nos ha tocado vivir, que suene Arcade Fire y que todo arda.