La voz del mago.

Repasándome la discografía de Iggy Pop y recordándome lo inabarcable de su obra me he topado con esto último que ha hecho junto a Catherine Graindorge que no se quién es, y acabo de alucinar con un disco de viejo maravilloso, experimental y profundo. 

Este hombre, que siempre me ha gustado mucho, pero por alguna resistencia mental nunca he sido fan, lo he visto muy loco, o tal vez me ha recordado a cosas de mi que mantengo a raya, o porque se ha permitido cosas para mi prohibidas, lo que sea, no se porque no me he rendido a los pies de este sabio del rock. Algo que hoy mismo estoy empezando a remediar, las cosas llegan a su tiempo, hay que estar preparado, puede que Iggy ahora me hable, puede que ahora esté en un lugar que antes no me permitía mirar, puede que le tuviera miedo a eso de ser un perro, o un amo, o simplemente dominar tu vida, aceptar a la naturaleza de las cosas, o solo conocerse mejor a uno mismo.

Iggy parece haber nacido sabiendo quién es, que difícil es eso para todos, puede que él lo supiera enseguida por comprobar sus límites, por descubrir sus paredes, por ver al otro lado de si mismo y saber que allí ya no era él y volver después de haberse estampado contra el suelo al otro lado del muro. 

Siempre me asustaron y atrajeron a la vez sus actuaciones en directo, sus autolesiones, sus salud frágil y que no le importara, pasar de largo de su asma y de su pierna con polio. Pasar de todo, no tener miedo a la muerte y superarlo. Hay tantas cosas que de joven no me gustaban nada y ahora comprendo que solo era miedo a verme en ellas. Reflejos con verdades incomodas para uno mismo. 

Cuanto que aprender, cuantas barreras que romper, cuanto camino.

Iggy es un sabio que ha ido y a vuelto de todas partes y ha sobrevivido. Con una voz digna de un mago.

Nadie canta como él, nadie habla como él. 

Nadie es tan libre como él.