Los Gaudí.

 Ayer fue la entrega de los premios Gaudí y al fin tuve la sensación de un cambio de ciclo.

Pudo ser por la triste y precipitada despedida de Agustí Villaronga, amigo de amigos y querido por todos, sin duda fue un día raro y triste de verdad, pero noté un verdadero cambio de ciclo. El fin de un ciclo asqueroso y apestoso. Ayer vi que todo había cambiado, no solo por la luz que arrojó una falta tan grande de Agustín, también lo fue por Alcarràs y por Suro y por Pacifiction, por Un año, una noche ¡cojones! por el cine de autor, el puto y maravilloso cine de autor, hacemos cine de autor y somos los mejores.

Al fin parece que se acabó el dramático ciclo de los acomplejados, de los quiero y no puedo, de los que quieren hacer cine comercial y no hay comercio, de los que quieren crear industria y no hay dinero, de los que copian, de los fantasmones del cine, de toda esa gente aburrida y cansina que ha hecho que odie el cine toda mi vida. Por alejarlo del arte, por buscar la radio formula, por decirte que una historia situada en la Sagrera es local.

Al fin parece que se ha entendido en que somos buenos y en que podemos partir la pana, en lugar de intentar ser un Hollywood de mercadillo, de unos Oscars con un cabezón de Goya que da más pena que gloria, al fin usamos el factor diferencial, al fin el arte y la creatividad están por encima de los grandes presupuestos y las cortinas de terciopelo sintético. 

Ayer en los Gaudí algo cambió, hubo un giro de guion y se demostró que en lo local está lo universal y que no hay que fijarse en nadie que no tenga nada que ver contigo para llegar a lo más alto.

A ver si comprendemos que las emociones son universales y hemos de hablar de ellas pero desde nuestro lugar y no al contrario. No ser un palangana que no comprende en que consiste la vida pero sitúa la acción en Albuquerque y su única referencia es el Correcaminos y el Coyote.

¿Porqué somos tan idiotas de creer que situar una historia en NY la convierte en internacional? Lo internacional no es la clave, la clave es lo universal, lo que sufre una familia porque pierde su modo de vida, lo que sientes por tu tierra, el amor, la pena, la comunidad, el compartir, la humanidad. Ser una persona que está viva y siente. Da igual que sea japonés o catalán, inglés o español. 

Al fin hemos madurado y hemos dejado de ser unos gilipollas. 

Gloria a Agustín que él siempre lo supo.




Comentarios

Entradas populares